lunes, 2 de diciembre de 2013

Emsa: con números en rojo y cerca del colapso

06/02/2011 • Falta de inversión, deudas, juicios laborales, presiones sindicales son parte de la actualidad de la empresa estatal de energía • La lucha por el poder y la administración de una de las principales cajas • POSADAS. Electricidad de Misiones Sociedad Anónima recauda por la generación y compra-venta de energía unos 400 millones de pesos al año; unos 35 millones por mes. De acuerdo al presidente de la compañía, Sergio Ferreyra, el 58% se destina a la masa salarial, que se compone de unos 1.683 empleados formales y llega a unos 2.500 sumando a los contratados que figuran como prestadores de servicios. De los 15 millones que “sobran” luego de pagar salarios, unos 14 se pagan mensualmente en concepto de energía a Cammesa, la distribuidora nacional que abastece a la firma misionera. Con el millón restante se hace magia, pero igual no alcanza. El último balance confeccionado, del año 2008, arrojó un negativo cercano a 20 millones de pesos y hace pocas semanas se concluyó el balance de 2009, pero se ordenó rehacerlo porque habría estado mal. En promedio, por mes, la empresa arroja pérdidas por más de dos millones de pesos. El año pasado se refinanció una deuda con Cammesa por 29 millones de pesos, se les debe a proveedores de materiales eléctricos, proveedores de combustibles, proveedores de ferreterías, repuestos para vehículos, talleres de varios rubros, etcétera; se le adeuda años de aportes sindicales a la Federación de Luz y Fuerza, y se les debe parte del salario desde el año 2003 a los trabajadores. Ello sin contar los aproximadamente 1.500 juicios laborales con demandas que superan ampliamente los 500 millones de pesos; y sin contar con la inversión necesaria para reponer los tendidos eléctricos de toda la provincia que hace por lo menos dos décadas que no tienen mantenimiento. Todo esto, virtualmente se debería realizar con el millón de pesos que sobra luego de pagar a Cammesa y los salarios. Hoy en día, en lugar de autoabastecerse con sus propios ingresos, la empresa necesita aportes del Estado provincial - dueño del 99% - para cubrir sus gastos; igualmente, a pesar de ello, continúa acumulando deuda y pasivo. Al tanto de esta situación y con la amenaza del colapso en el verano, el gobernador Maurice Closs tuvo que acudir a la billetera de la Provincia y con dos decretazos, el 14 y el 30 de diciembre de 2010, le entregó 20,5 millones de pesos a la empresa en concepto de aporte irrevocable de capital a cuenta de futuras emisiones “a fin de atender requerimientos imprescindibles del funcionamiento de la Empresa”, indicó. Los decretos son los 2201/2010 y 2502/2010, por el primero se otorgó 5,5 millones y por el segundo 15. Igualmente no pudo sostener el caos. Con el presidente Sergio Ferreyra de vacaciones veraniegas por México (contaron dos de sus allegados), la semana que pasó arrancó con un corte de más de 24 horas en Iguazú, epicentro de los negocios turísticos en plena temporada de recaudación. Y continuó con la inundación en la usina del ex barrio Tiro Federal, donde se atienden guardias y reclamos. Los trabajos de traslado de las oficinas no fueron previstos con tiempo y la EBY sube el nivel del Paraná sin ninguna contemplación. Con respecto a la situación de Iguazú, el 19 de diciembre de 2009 llegó a esa ciudad el transformador que debió haber evitado el corte del domingo pasado. Pero recién en las últimas semanas, cuando comenzó el pico de demanda, se ordenó conectarlo y ponerlo en funcionamiento. Actualmente se trabaja en ello. Juicios, deudas salariales y bronca La empresa tiene aproximadamente 1.500 juicios laborales en contra, la mayoría por mandar a personal al “freezer”, traslados compulsivos, deudas salariales e incumplimientos del Convenio Colectivo de Trabajo. No hay una estimación global del monto de las demandas, pero la más importante de todas es una que la entablan en conjunto unos 1.200 trabajadores y que asciende hoy en día a unos 250 millones de pesos (más el costo de incorporar los aumentos al salario). Esta demanda es porque la empresa no cumplió con los decretos 392/03; 1347/04 y 2004/05, que establecieron aumentos que en promedio suman unos 500 pesos para cada trabajador de Luz y Fuerza de todo el país. Fue ganada en todas las instancias y aceptada por al menos media docena de jueces laborales pero quedó estancada en el Superior Tribunal de Justicia, donde no se prevé una pronta resolución. Trabajadores de las cooperativas del interior y de las restantes provincias del país percibieron los aumentos, pero en Misiones no se pagó argumentando que son empleados públicos, pese a regirse por la Ley de Sociedades Anónimas. Desde el año 2003 hasta el año 2008 la empresa no pagó a los empleados la última cuota (liquidación) de la BAE (Bonificación Anual por Eficiencia). Con esta maniobra se ahorra de pagar los impuestos por la BAE. Tampoco pagó el SAC (Sueldo Anual Complementario - aguinaldo- por la BAE). Y durante los años 2009 y 2010 no les pagó absolutamente nada de la BAE, que equivale aproximadamente a 3,2 sueldos por año. En total, a cada empleado, se le adeuda aproximadamente siete sueldos en concepto de la BAE. El miércoles 2 de febrero todavía no había noticias del sueldo del mes de enero, lo cual destapó la bronca retenida de los delegados sindicales y del personal y obligó a una reunión casi de emergencia entre el gerente, general Rubén Bladilo, y autoridades del gremio, de donde salió la promesa de pagar el sueldo el jueves. “El defasaje salarial es insostenible, por el mismo trabajo los empleados de las cooperativas y de las empresas de otras provincias cobran tres o cuatro veces más que un empleado de Emsa. Hay mucha bronca, estos reclamos pueden derivar en una huelga en cualquier momento y la bronca puede explotar porque los sueldos no alcanzan, los premios están atrasados y tampoco pagan las horas extras”, contó un experimentado empleado de la usina del ex Tiro Federal que fue delegado sindical durante mucho tiempo. Alrededor de 500 empleados se encuentran en condiciones de jubilarse, pero no le inician los trámites para no cargar con la bonificación que establece el artículo 9 del Convenio Colectivo. Luz y Fuerza ganó poder Luego de la violenta partida del anterior presidente, López Ricci (allegado al gobernador Closs y enemistado con todo el arco rovirista) el gremio que conduce Julio Héctor Cachilo Rodríguez recuperó poder y presencia, ya que negoció y consintió todas las nuevas designaciones en la gerencia general y en el resto de las gerencias. La conducción está integrada por cinco dirigentes nombrados políticamente: el presidente Sergio Ferreyra, el vice Carlos Pretto, y los tres directores: Miguel Oliveras, Hugo Amable y Fabián Florentín. Luego de la violenta jornada del 29 de junio se acordó la designación como gerente general de Rubén Bladilo, un hombre de confianza del gobernador Closs, que habría integrado con un importante cargo la empresa Administración Provincial de Obras Sanitarias (APOS) antes de su privatización, desembarcando luego como titular del EPRAC (Ente Provincial Regulador de Aguas y Cloacas). Íntimos suyos comentan que es amigo de Cachilo Rodríguez desde su juventud. Las restantes gerencias quedaron a cargo de nombres que tuvieron el consentimiento del gremio, algunos designados después de junio y otros se mantuvieron desde la gestión anterior: Virginia Kliukas es la nueva gerenta de Recursos Humanos, Rubén Fleitas de Finanzas, Daniel Robín es gerente Comercial, Horacio Hobecker es reciente gerente de Redes, además de ser yerno de Cachilo; Daniel Salguero fue designado como gerente de Interior y miembro de la Comisión de Política Energética de Luz y Fuerza; Luis Mónaca es el nuevo subgerente de Servicios Generales (es delegado del gremio); y Jorge Gagliardi, un hombre de diálogo frecuente con Cachilo, quedó a cargo del PROSAP. Éste, es un programa del Ministerio de Agricultura de la Nación para llevar electricidad a las viviendas rurales que no cuentan con el servicio; en Misiones lo ejecuta Emsa. El año pasado se habilitaron fondos por 70 millones de pesos, que son manejados además de Gagliardi en Emsa, por Héctor “Negrito” Rodríguez (hijo de Cachilo) por parte de la Subsecretaría de Industria, que depende del Ministerio del Agro de la provincia. Una de las primeras licitaciones con esos fondos fue para la compra de ocho camionetas pick up 0KM doble cabina. Los fondos llegan a la provincia como crédito desde el Banco Interamericano de Desarrollo, con el compromiso de devolverlos en cuotas hasta el año 2018; en caso de incumplimiento el gobernador Closs firmó un acuerdo por el cual le permite a la Nación que le descuente la coparticipación que le corresponderá a Misiones en los próximos años. El titular de Comercial, Daniel Robín, es uno de los hombres que más cerca de Cachilo se encuentra de todos los gerentes, además de Emsa, es posible verlo de vez en cuando en una empresa proveedora de materiales eléctricos y otros insumos, y que pertenece a dos integrantes de su familia: Alberto Carmelo Robín y María Graciela Robín. Una situación similar ocurre con Jorge Gagliardi, que ejecuta las obras del PROSAP, a quien se puede ver con frecuencia al mando de una camioneta identificada con el nombre de una empresa que también provee materiales eléctricos. Un hombre de apellido Morcillo maneja otra camioneta similar, éste trabaja en la gerencia de Electrificación Rural como chofer del sobrino de Ferreyra, de apellido Báez, que ingresó a Emsa el año pasado con categoría 18 y certifica obras como inspector del PROSAP. Sinceramiento presidencial “Los ingresos no cubren los egresos, la empresa atraviesa una situación difícil y vamos a necesitar que el Estado como socio mayoritario de la empresa haga un aporte extraordinario de capital”, se sinceró el presidente Ferreyra ante la comisión de Presupuesto de la Legislatura a fines del año pasado. Sólo algún desprevenido se habrá sorprendido ya que la situación de la empresa es bien conocida. Además de admitir la situación económica, en ese encuentro el presidente blanqueó que había realizado cambios en casi todas las gerencias y las líneas medias de la empresa poniendo a gente “que hace muchos años están y conocen la empresa”. Lo más inesperado, aunque tuvo poca repercusión, fue que Ferreyra admitió que en la provincia no hace falta energía y que se dispone de tres veces mayor potencia que lo que se demanda: “Tenemos la energía suficiente, pero con problemas de transmisión hacia el interior”, dijo y contó que se generan 800 megavatios por mes y se consumen en promedio unos 300 megas. El pico histórico fue en febrero de 2010 cuando se llegó a 330, una demanda similar a la de enero de este año. Un diputado opositor reaccionó ante esa declaración y remarcó la evidencia de que no es necesario construir nuevas represas porque el mismo presidente admitió que sobra energía. Quedó en claro que el problema es la falta de mantenimiento de las líneas que la llevan al interior, que hace más de dos décadas no tienen recambio ni mantenimiento y al igual que los transformadores y las sub estaciones se encuentran trabajando al 110 o 120%, contaron varios técnicos consultados. Análisis hacia adelante Varios técnicos con extensa trayectoria explicaron que la prioridad de la empresa debería ser bajar el costo operativo y de funcionamiento, reducir personal administrativo (habría unos 1.400 empleados en el edificio de la calle La Rioja) y transparentar los manejos. También es importante tener autoridades que conozcan la empresa y el personal que tengan capacidad de mando e impongan respeto. La empresa necesita mucho dinero, a grandes rasgos se estima 500 millones de pesos, para sanear las deudas, cambiar líneas y transformadores obsoletos en toda la provincia, realizar el mantenimiento necesario y contar con el equipamiento necesario, analizaron los expertos. Emsa podría dejar de generar pérdida, e incluso devolver ese eventual préstamo en un plazo de 10 años estiman, reduciendo su costo de personal y operativo. Y lo primordial, según coincidieron todos los consultados, es dejar de utilizar la caja de la empresa para la política. Los contratos ñoquis para punteros, los gastos para campañas y los manejos turbios se convirtieron en el ancla más pesada que no logran levantar.

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