jueves, 3 de septiembre de 2009

Democracia!!!

Seguramente esto que voy a decir tendrá algunas reacciones, pero es un punto de vista que se me ocurre después del planteo sobre la bipolarización de sergio alvez en el foro de periodistas y quiero compartir.

Muchos pueden decir que hay pobreza, que hay autoritarismo, corrupción, que Néstor está loco de remate y Cristina es soberbia (o era el año pasado, parece q ya bajó los humos) pero en mi corta edad no recuerdo un momento de mayor democracia en este país.
Como periodistas creo que una de nuestras principales funciones está en defender la democracia, y esto quiere decir la división de poderes, el debate, y la posibilidad que de el gobierno a veces gane y también a veces pierda.

Tal vez sin pensarlo (y muchos menos quererlo) me parece que los Kirchner con la resolución 125 y su posterior derrota en el Congreso con el voto "no positivo" (lo cual inició el contínuo derrumbe de la imagen presidencial) instauraron el periodo de mayor intensidad democrática desde la vuelta de la democracia.

Quiero hacer un apartado de los temas puntuales como Ley de Medios, retenciones, despenalización de tenencia de drogas para consumo personal u otros; pero quiero que consideremos todos estos temas en conjunto: Nunca hubo en el país -me parece- un nivel tan alto de debate y atención de la sociedad sobre las decisiones de los poderes de turno.

Quiero decir que la justicia tiene independencia como para decidir lo que le parece (le guste a quien le guste) como la despenalización de la tenencia para consumo personal, el Congreso tiene la independencia para decir NO a la 125 y el Poder Ejecutivo (la presidenta) tiene que bancarse.

Hay un nivel de independencia de poderes insólito para un país donde hubo cinco golpes de Estado. Un nivel de debate, de pluralidad y de atención de la sociedad sobre las decisiones del poder, que creo que pocas veces hubo en este país. Creo que la situación es histórica, más allá de cómo llegamos a esta situación, creo que estamos viviendo la democracia con tal intensidad que ni siquiera nos damos cuenta, porque estamos tan compenetrados y somos parte de toda una espiral de sensaciones que se desprenden del conjunto de la gente que participa como nunca en la vida de la Nación, y en el rumbo que tomará.

Creo que a nosotros como periodistas, que al igual que otros laburantes que si un mes no tienen trabajo no comen, el rumbo político que tome el país, la derecha,el centro o la izquierda, nos afectará de alguna manera, pero más nos afectará que se apague la llama de la democracia viva, de un pueblo que debate porque quiere ser parte del rumbo que se defina para el futuro de nuestros hijo. Más allá del próximo gobierno, (en el cual seguramente seguirá existiendo pobreza, corrupción e injusticias) deberíamos tratar de evitar el discurso único que tenían el 95% de los medios durante el menemismo, la indiferencia social que tenía el grueso de la gente que veía por la televisión a cavallo rifar todo el patrimonio del Estado sin ninguna reacción. Esa indiferencia nos llevó a 2001-2002 porque delegamos las decisiones del poder en el poder.

Si actualmente hay polémica y todo el mundo opina de las decisiones del poder, es porque es un momento trascendental en la vida del país,porque se deciden cosas importantes y porque todo el mundo tiene la suficiente libertad de poder gritar en cualquier lugar lo que piensa y adherirse a la derecha o la izquierda. Supuestamente estamos en un momento de crisis, entonces digo yo, ojalá siempre viviéramos en crisis y no en la modorra de otros tiempos.

lunes, 31 de agosto de 2009

cansados...

que hacemos si los molinos de viento no se caen, si estamos cansados y tenemos ejércitos delante, que vienen por nuestras riquezas que tanto nos han costado conseguir, tan cansados de luchar que queremos tendernos en el pasto y cerrar los ojos sonriendo justo segundos antes que nos aplasten, tan cansados que dormir para siempre nos alegraría esa posibilidad, que no existe, nadie nos la da, y si nos la dan no la aceptariamos, y porqué hacerlo... tan cansados pero sabemos que debemos seguir como el viento que atraviesa el mar, la arena que rueda por el desierto, y para colmo creemos que somos tan importantes, imprescindibles, que el mundo no podría seguir girando sin nuestra presencia, que patéticos... pobres. por eso seguimos, porque tenemos alma y un corazón que late, maldición que sentimos ganas de vivir, amar y sentir el olor de una mujer al despertar...

lunes, 13 de julio de 2009



La conciencia del NO TE METAS quiere volver








“La presidenta no tiene absolutamente nada que hacer en Honduras”, fue la frase que más me llamó la atención sobre la editorial escrita en los días de julio de 2009 por un amañado editor periodístico que peina canas y bien merecidas.

Pocos días antes, para ser más precisos el 28 de junio, las Fuerzas Armadas de Honduras depusieron al presidente Manuel Zalaya y tomaron el Gobierno. Un día antes Zelaya había destituido al Jefe del Ejército. El mismo día del golpe de Estado estaba previsto realizarse un referéndum constitucional por el cual el mandatario pretendía establecer la posibilidad de ser reelecto en forma indefinida, al mejor estilo del venezolano Hugo Chávez y del misionero Carlos Rovira.

Rápidamente se produjo un levantamiento de la población civil, que abarrotada salió a las calles a reclamar la vuelta a la democracia, el respeto institucional y la embestidura presidencial. En definitiva, reclamaron que gobierne quien fue elegido por ellos.

Ese mismo día en Argentina y por ende en Misiones hubo elecciones legislativas, en las cuales los Kirchner recibieron la primera –y tal vez la última- derrota electoral de su carrera política; y en el plano provincial Rovira consolidó sus pergaminos del hombre más poderoso de la provincia.

El trabajo de la cobertura de las elecciones ese día en Misiones, de la cual estuve a cargo para el diario Primera Edición, fue intercalándose con las imágenes de TV donde los militares ocupaban la Casa Presidencial de Honduras, el aeropuerto, levantaban los informativos y los programas de radio locales y hacían todas las cosas imaginables que pueden hacer los militares cuando toman un Gobierno; y con las escenas de votación de Carlos Reuteman, el colorado multimillonario Francisco de Narváez, Mauricio Macri y otros aspirantes de la política nacional.

Hoy, lunes 13 de julio, y con la sensación de ir perdiendo paulatinamente los rasgos del stress por el período electoral (sobre todo cuando los dueños del diario tienen a un integrante de su familia como candidato a diputado) el recuerdo más fuerte de esa jornada es la gente agolpada en las afueras de la Casa Presidencial de Honduras golpeando con sus manos, con palos, con sartenes y con lo que tenían a mano a los miembros del ejercito que entraban por el portón del frente de la residencia oficial. Me causó escalofríos…

Cuando leí la editorial no pude evitar, en forma instantánea, recordar la imagen de la gente frente al portón, golpeando a los soldados que entraban a la residencia oficial hondureña.

En la columna, el añoso periodista, que por esos días no podía ocultar su alegría por la derrota de los Kirchner y el reverdecimiento floreciente de la derecha en el país, hacía referencia a la presencia de la presidenta Cristina Fernández en Honduras, en reclamo por el golpe y en respaldo a Zelaya.

Los golpes de Estado son casi sinónimo de empobrecimiento, de exclusión social, de vaciamiento ideológico, político, industrial, vinieron de la mano de los endeudamientos nacionales y de las privatizaciones de los recursos estatales, en fin, para Latinoamérica los golpes de Estado representan el peor pasado de esclavitud y pobreza. Era totalmente incuestionable la presencia de nuestra presidenta en ese nefasto episodio.

Ahora, la imagen de Honduras me sirvió para dimensionar el terrible efecto que había dejado la última dictadura militar (1976-1983), y las anteriores, en la conciencia de los argentinos. Me imaginaba, y en mi imaginación hice la comparación, que si hubiera un golpe de Estado en la Argentina, a diferencia de Honduras, la gente hubiera corrido a encerrarse en sus casas, creo que es la actitud que tomaría la mayoría, no harían preguntas, no harían reclamos y se borraría la sonrisa insolente de nuestra joven democracia.

Esta actitud, consiente o no, de encierro, indiferencia y abandono, es la misma que padeció el país en el proceso de plomo. Es la misma que tienen los que critican la presencia de la presidente en Honduras, son los que cerrarían la puerta para no ver las detenciones ilegales en las veredas de sus casas y los que dirían: “seguramente andaba en algo raro por eso lo llevan”.

Una reelección indefinida se define en las urnas y en definitiva es la mayoría la que decide si acepta o no la propuesta del mandatario, como pasó en Venezuela donde se aceptó la de Chávez, o como pasó en Misiones donde Rovira perdió.

En un golpe de Estado hombres armados toman el Gobierno por la fuerza, sin respaldo de ningún tipo, y toman decisiones desde el desconocimiento, con consecuencias que padecen los pueblos durante siglos. Es comparable a la imagen de un cavernícola tomando de los pelos a la mujer con la que quiere copular y llevándola a la cueva; o a que mañana vengan cuatro gordos pesados y se lleven tu heladera, televisor y el coche, porque les gustan tus cosas y no tenés la fuerza para impedirlo… ¿?

No se puede dar la espalda a una Nación, a un pueblo, a una familia que vive en un país que sufre un golpe de Estado. Celebro el reclamo de Cristina en Honduras. Sobre todo con los antecedentes en países latinoamericanos, que tenemos de sobra, donde los gobiernos militares, envalentonados por el vaho de wisky, destruyeron proyectos de vida, destruyeron futuro y destruyeron sonrisas.






--- Para Sergio Fernández, un amigo que desde hace tiempo me reclama opinión y análisis de política.


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lunes, 8 de junio de 2009

Cómo los medios ocultan el mundo


“Este nuevo libro de Pascual Serrano establece de modo definitivo, con un catálogo estremecedor de hechos, la prueba del ADN de que los medios desinforman.”

La frase es de Ignacio Ramonet, quien prologa "Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo", que acaba de ser publicado en España.

Ramonet es ese francés un poco respingado de Le Monde Diplomatique, a quien a su vez el propio Pascual Serrano admira porque le atribuye la noción de “pensamiento único”. Fue una frase que Ramonet usó en un Foro Social, y que prendió en todo el mundo para nombrar algo que todavía, antes de ser detectado y pasado a discurso, circulaba camuflado en el agua del neoliberalismo de los ’90.

Pascual Serrano, me gustaría presentarlo, es uno de los directores del periódico digital Rebelión, en el que diariamente se pueden leer algunos de los mejores artículos de política exterior y derechos humanos de todo el mundo. Y Pascual tiene una especialidad, una especificidad como intelectual de izquierda, y es detectar la trampa del poder en el lenguaje periodístico. Tiene un ojo entrenado como he visto pocos y una solidez admirable para transmitir sus hallazgos semánticos en textos breves que desvisten títulos, ediciones, formas de expresión, fotos, secuencias de información.

De eso se trata su nuevo libro, pero lo que es verdaderamente nuevo y necesario es el enfoque del trabajo de Serrano. Porque vivimos un tiempo en el que los circuitos de la información se han llenado de dinero. La información ya no es sólo poder, sino capacidad económica para escindir el poder de la política. La libertad de la economía para subordinar a la política a sus intereses específicos es la libertad central que se defiende en el coloquio al que fueron a hablar los Vargas Llosa.

Pero precisamente a propósito de sus presuntas detenciones o retenciones en el aeropuerto, que no fueron más que trámites migratorios largos, y del operativo mediático increíble que se montó en la Argentina, donde el aire preelectoral es el cultivo en el que crecen los hongos informativos, es oportuno hacer pie en el trabajo de Serrano.

En el mundo del capitalismo globalizado, la información que circula por los grandes medios construye diariamente un mundo paralelo a su antojo, hundiendo a los espectadores, oyentes y lectores en los velos de ese mundo paralelo, en el que fue detenido Mario Vargas Llosa al llegar a Venezuela. Eso jamás ocurrió, pero es lo de menos. Se monta la estantería mediática de los hechos y se pone a hablar a todo el mundo como si lo que no ocurrió hubiera ocurrido, y después sólo se debe repetir las declaraciones: una ficción está siendo consumida como información.

La semana pasada, Serrano publicó un artículo en el que afirma que “sólo se puede llegar a la conclusión de que en Venezuela hay un empresario de apellido Chávez que compra bancos. Para los medios no es que el Estado venezolano haya comprado el Banco de Santander, ha sido Chávez quien ha sacado los millones de su bolsillo y se lo ha quedado. Es curiosa la sintonía de todos los medios: Agencia AFP: Grupo Santander vende a Chávez el Banco de Venezuela por 1050 millones de dólares, El Mundo: Santander vende a Chávez su filial en Venezuela por 750 millones, EFE en Heraldo de Soria: El Santander acuerda la venta del Banco de Venezuela a Chávez, RTVE: El Santander vende a Chávez su filial en Venezuela por 750 millones, El País: El Santander vende su filial venezolana a Chávez por 750 millones. Y, por si no fuera poco, El Mundo llega a titular Chávez se convierte en el primer banquero de Venezuela.”

Los medios sustraen al Estado venezolano del escenario significante. Atribuyéndole a Chávez un personalismo propio de la presunta dictadura que describen, son los propios medios los que se niegan a entrar en la lógica de un Estado democrático y soberano. “En El País del día siguiente, ya ni siquiera Chávez compra el banco, se lo entregan: ‘El Santander entrega el Banco de Venezuela a Chávez por 755 millones’.”

Quizá sea necesaria esta manipulación informativa del proceso venezolano, ya que lo que está haciendo el gobierno de Chávez es lo mismo que hacen otros gobiernos. Por eso debe ser narrado de otra manera. “Los estados están comprando acciones de los bancos, es decir, nacionalizando. Medio año antes, Bush anunció la compra de acciones en nueve de los mayores bancos del país por un total de 250.000 millones de dólares. Claro que, entonces, el dueño ya no era el presidente, por eso titulaban EE.UU. negocia la nacionalización de hasta el 40 por ciento de Citigroup (El País 22-2-2009) o EE.UU. baraja nacionalizar parte de la banca (Público 9-20-2008). No publicaban que Obama negocia la compra o Bush baraja comprar.

El objetivo preciso, discursivo, es evitar “la asociación entre Hugo Chávez como legítimo representante de los venezolanos y convertir las decisiones de su gobierno en iniciativas personales y, si es posible, que las audiencias crean que el banco se lo queda Chávez para él”. Un ejemplo, apenas, del mundo paralelo que crean los medios, para no responder por el mundo que ocultan.

Sandra Russo

(Publicado en Página/12)

lunes, 11 de mayo de 2009

Disculpen la molestia


Eduardo Galeano


Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza.

¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés?

El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración?

¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?

¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?

Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?

¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?

¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal-Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. MacDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura, y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?

¿Quiénes son los justos, y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?

¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de crimen organizado?

Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.

Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina 3 millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren 15 niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?

¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?

¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.

Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.

En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos. Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?

Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia?

¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia?

¿No es de sentido común, y también de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos embarazados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?

Lo mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿por qué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ése un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos?

¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?

Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia, ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?

Según Lewis Carroll, la reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el país de las maravillas:

–Ahí lo tienes –dijo la reina–. Está encerrado en la cárcel, cumpliendo su condena; pero el juicio no empezará hasta el próximo miércoles. Y por supuesto, el crimen será cometido al final.

En El Salvador, el arzobispo Óscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. Él murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.

El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?

A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Cuando dice adiós, dice hasta luego.

miércoles, 29 de abril de 2009

Soy gorila // Osvaldo Bazán


Desprecio con toda el alma al peronismo cuando usa la pobreza cautiva para perpetuarse en el poder. Gracias a estos peronistas, soy gorila. Osvaldo Bazán.

La primera vez que me gritaron “¡Gorila” fue la noche del 14 de mayo de 1995. Me descolocó. Estaba en el balcón, última borrachera triste de mi vida, whisky importado uno a uno. En el televisor, Menem reía una carcajada platinada, reelecta. Me enojé con el país y con mis compatriotas, cosa que no me había ocurrido en 1989. Aquella vez tampoco lo voté pero pensé que al menos nos sacaba de encima a Cafiero, un señor del que nunca sospechamos tuviese una actividad productiva. Seis años después, siendo ya evidentes la mentira, el indulto, las relaciones carnales, lo votaron a conciencia; lo votaron porque querían Miami, Tinelli y shoppings. Dolía. Por eso, cuando unos pibes chetos pasaron por la calle cantando la marchita, les grité no sé qué y ellos me contestaron con un sonoro: “¡Gorila!”.

Para mí “gorila” había sido hasta ese momento alguien cuyos intereses eran contrarios a los intereses populares. Y yo ahí, un boludo contra el mundo, contra la mayoría que quería Miami, Tinelli y shoppings. Sí, mis intereses no eran los mismos. Era raro, un gorila en la Marcha Federal, un gorila contra el indulto, un gorila contra las privatizaciones, un gorila contra el pensamiento unidireccional de la resignación, un gorila contra los Alsogaray. Que eran parte del gobierno popular, el gobierno peronista. Pero entonces, si ellos estaban allá y yo acá, ¿qué cosa era ser gorila?, ¿qué cosa eran los intereses populares? ¿Leer Página/12 me hacía gorila? ¿Pedir ni olvido ni perdón me hacía gorila?

Los que cantaban la Marcha, eso de combatiendo el capital, me gritaron: “¡Gorila!”

Está bien, todos aceptamos la ideíta: peronismo es movimiento, ni izquierda ni derecha porque no repite gestos de la política europea, eso de que justalibreysoberana, eso de que nada mejor que un López Rega para un Firmenich, nada como un Néstor para un Solá, la alegría de la bicicleta regalada a la que nadie le miró los dientes, las verdades del catecismo, y le temo más que a la oligarquía al espíritu oligárquico que habita entre nosotros y todo eso. Si el peronismo es un montón de cosas, ¿qué enchastro es el gorilismo?

Yo era gorila cuando lamentaba estar en el país de Menem. Kirchner no, Kirchner aseguraba estar con el mejor presidente de la historia. Kirchner y Menem eran peronistas. Pasó el tiempo, los peronistas dicen que no quieren lo mismo que antes, pero siguen siendo peronistas.

Fui gorila cuando insulté a Cavallo por imponer la jubilación privada. Y fui gorila cuando descreí de que los mismos que levantaron la mano para crear las AFJP levantaran la mano para terminar con las AFJP.

Creo que Néstor le regaló “al grupo” (“¡buuuh!, ¡el grupo!, ¡el grupo!”) la fusión entre Cablevisión y Multicanal. Y eso le dio “al grupo” (“¡buuuh!, ¡el grupo!, ¡el grupo!”) un poder que no tenía. Soy gorila por eso. No le creo nada a Néstor su pelea con “el grupo” (“¡buuuh!, ¡el grupo!, ¡el grupo!”). Soy gorila por eso. No creo que Cargill y un chacarero de 200 hectáreas sean lo mismo. No quiero a la Barrick Gold, ni al tren bala, ni los números truchos del INDEC, ni el terror a los trabajadores del INDEC, y entre Reutemann que es peronista y lo mandó matar y el Pocho Lepratti que era un militante social que murió por las balas del peronista, elijo al Pocho. Soy gorila por eso. No creo nada que Cristina quiera la nueva Ley de Radiodifusión. Si usan el canal estatal para pasar cada discurso del presidente del partido y nunca aparecen los opositores, ¿tengo que creer un ataque instantáneo de transparencia comunicacional? Sí creo que Cristina quiere hacer que parezca que quiere la nueva Ley de Radiodifusión. Sí creo que quiere hacer que parezca que está preocupada por la redistribución. Pero si de verdad estuviese preocupada, los trabajadores podríamos tener en la CTA una representación que ahora no tenemos. Y si estuviésemos representados por otros gremialistas, sería más fácil para todos que la redistribución nos sonriera alguna vez. Pero este gobierno no quiere que los trabajadores estén libremente representados si no es por peronistas. Soy gorila por eso. Quiero un montón de cosas por las cuales estos peronistas nunca hicieron nada: matrimonio gay, derecho al aborto, libre representación gremial, separación real de la Iglesia y el Estado. Soy gorila por eso. Quiero la Junta Nacional de Granos que el Cavallo del gobierno popular peronista de 1989 borró. Y no quiero la Junta Nacional de Granos como una chicana en medio de un conflicto que no quieren arreglar. No me gusta la Sociedad Rural, sí la Federación Agraria, ¿cuán gorila soy? Me enoja que una vicejefa de gobierno de derecha que pidió a la gente su voto para llegar ahí, ahora deje su trabajo por la mitad para volver a pedir a la gente que la vote para hacer otra cosa. ¿Eso me hace menos gorila? También me enoja que el intendente de Tigre lo haga.

Le tengo miedo al PROperonismo, ¿soy PROgorila? Desprecio a los candidatos que se presentan a cargos que no piensan ocupar. Desprecio con toda el alma al peronismo cuando usa la pobreza cautiva para perpetuarse en el poder; la zapatilla por el voto es la negación de la vida. Desprecio el cinismo. No soporto una canción más de Copani.

Gracias a estos peronistas, soy gorila.

martes, 21 de abril de 2009

he creado!!!!!

he creado fuego.... FUEGOOOOO!!!!!
Así como gritaba el náufrago -protagonizado por Tom Hanks- en la isla desierta, rodeando las llamas en una danza aquellarre donde su panza bailaba al son de las sombras y las llamas; yo he creado un blog!!!
"Sólo sabemos avanzar" es el resumen que ahora no me gusta de una reflexión. Después que un amigo me dijo en una despedida: "metámosle para adelante", me fui caminando y diciéndome a mi mismo: "si eso es todo lo que hice desde que tengo memoria, lo único que sé hacer es ir para adelante, sólo se avanzar, sólo sabemos avanzar".